viernes, 30 de septiembre de 2011

Eva Perón, haber compañeros si pueden ayudar a Morita !!!

Eva Perón

Todavía no sé qué pensar de esta mujer, Eva Perón (Eva Duarte de Perón); creo que siento ternura por ella y que la admiro (Género y poder, un análisis necesario y digno de nuestros tiempos). Necesito la ayuda de mis amigos del blog, que quizá tengan una mirada más objetiva o que viene de más lejos… (Moral, ética y valores del hombre).
Sus retratos estaban en el libro de lectura de mi hermano mayor (La lectoescritura en la escuela primaria); yo la miraba y era hermosa, suavísima, algo así como un hada o una princesa amable (La princesa que creía en los cuentos de hadas).
Pero mis padres eran buenas personas… y no la estimaban mucho (Padres y madres en casa y en la escuela). Y los suspiros y lamentaciones escuchados en la primera infancia quedan guardados para siempre, no escapan nunca de esa caja en sombras en donde va el sombrero (El inconsciente).
Cuando yo iba a cumplir tres años -y lo recuerdo, lo recuerdo- Eva estaba muriendo. Una semana antes era el aniversario de mi madre. Ese día, 26 de julio de 1952, en casa todo estaba listo para festejar los treinta de mamá (Inmigración y literatura: Festejos). Los manteles blancos fueron puestos, arriba de ellos los platos y las copas de vino. Mi mamá se adornó con un vestido azul con algunos volados, se perfumó y me perfumó, me puso una pollera a cuadros chiquititos y a mis hermanos pantalones de terciopelo -mi hermano menor había nacido el 17 de octubre del 50, fecha que cualquier peronista, o cualquier argentino, arriesgaría, reconoce singularmente. (Y es notable advertir cómo asoló el destino con las fechas a esta familia antiperonista.)
Los invitados fueron, temprano, porque el invierno era muy frío. Yo había estado escuchando hablar de la muerte en esos días, y tengo memoria de terribles pesadillas, aunque se diga que una niñita no entiende de muerte; tal vez, la tomaba como un fantasma a la misma muerte, la sentía oscurecer la atmósfera. ¿Se referían a la cercana muerte de Eva los comentarios que me despojaron de la inocencia de la muerte, es decir, de ser inocente para la muerte, como un animalito que no sabe?
Cuando los brindis empezaron, la policía llamó a la puerta de mi casa. Alguien había denunciado que estábamos festejando la muerte de Evita.
El vino quedó en el fondo de las copas, y como la gente mayor estaba ocupada en aclarar cuestiones judiciales, yo tomé de cada una de esas copas. No tenía, como dije, ni tres años. Sufrí un coma alcohólico que, aún hoy, no me permite oler ni siquiera el alcohol. Y algunos dicen que me pierdo gran parte de la alegría de las fiestas.
Yo creo en cambio que me pierdo la alegría de las fiestas porque las siento atravesadas por una franja negra, por un presagio que no me explico bien de donde viene, que quizá venga del día del cumpleaños número 30 de mamá.
El relato
Morita, siempre que intentaba escribir un relato –no ahora precisamente- se preguntaba por qué el narrador elegía determinado oficio para su personaje, qué lo guiaba a elegirlo. El escritor, ¿dominaba el oficio de su personaje?
Porque había navegantes que enseñaban a navegar, bordadoras cuyas labores analizaba, sacerdotes que podían convertirla a su credo por un tiempo, amas de casa cuyas recetas de cocina ensayaba, todos inscriptos en la vida por gracia de los libros que los describían.
Describían también que entre las flores, la más pobre, la bastarda, que había nacido en un pesebre entre telas grises, en un pueblo llamado tal vez Los Toldos, era alguien llamado tal vez Eva, y que la madre era gritona, las hermanas llorosas, que en las ollas cantaba el agua hirviendo como única música de la casa, que de niña arrastrándose se precipita hacia el futuro, no sueña ser la reina, ni la adornada de trapos, ni la virgen por quien los peregrinos luego de andar de rodillas vuelven a postrarse. Soñaba con ser una hábil embustera, inventora de milagros, porque casi todos los milagros se inventan, son como era ella, bastardos, entonces tomó el tren hacia la ciudad, y ya llevaba el atadito de sus ropas y la dirección precisa. Después todo el mundo la vio pasar a su lado en el cine, en documentales o películas biográficas, mirando desde la ventanilla del tren.
Y Morita, que apenas había nacido cuando ella murió, podría asegurar que ninguna de las niñas actrices estaba, como Eva, tan envuelta en fuego y en amor.
Envío
Dejo un abrazo especial para Cecilio. Pido una explicación sobre el tema Eva Perón a alguien que sospecho que lo conoce: Vancho. Y ayuda les pido a todos, y a todos agradezco lo de siempre.
Mora

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y tu amor es una vieja medalla
y tu amor
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Luis Alberto Spinetta.

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