domingo, 24 de marzo de 2013

NUNCA MAS !! 30.000 COMPAÑEROS DESAPARECIDOS ,PRESENTES!!!

AHORA ...Y SIEMPRE!! AHORA... Y SIEMPRE !!! AHORA ...Y SIEMPRE !!!

La trama financiera de la última dictadura

Por Alejandra Dandan
El avance de los juicios de lesa humanidad permite conocer nuevas facetas de la última dictadura, incluso empezar a entender el impacto que tuvo en la city porteña, “descontrolada” por el efecto financiero de las políticas de José Alfredo Martínez de Hoz. A raíz de los pedidos de distintos juzgados por la actuación de un grupo de funcionarios durante la última dictadura, la Comisión Nacional de Valores, que encabeza Alejandro Vanoli, creó una oficina de derechos humanos que durante el último año analizó mas de 500 actas del directorio, relevó legajos e hizo entrevistas a una serie de empresarios que fueron secuestrados y desapoderados luego de investigaciones que encaró el organismo en el período 1976-1983. El informe que Página/12 adelanta en exclusivo se presentará mañana. Entre otros datos, señala, por ejemplo, a partir de un primer relevamiento, que el número de empresarios, financistas y agentes de Bolsa secuestrados durante la ultima dictadura asciende a 130, 11 de ellos están desaparecidos. En algunos casos, existió el secuestro completo de directorios y de empleados y el desapoderamiento de bienes. El análisis indica que el pico más alto se produjo a partir de 1978-1979, en coincidencia con la caída del número de desapariciones e ingresos de NN a los cementerios de militantes políticos y sociales. Para la CNV, esto podría ser pensado como una segunda etapa de la represión: “El hecho de que la lucha contra la ‘subversión’ en gran parte estuviera cumplida dejaba una estructura represiva libre para ser utilizada para otros fines”.
El corazón del informe preliminar de la Comisión Nacional de Valores –elaborado por una antropóloga, un historiador y un sociólogo– describe la política de Martínez de Hoz, muestra el caso Acindar y Papel Prensa (ver aparte) y se ocupa de analizar las actas, muchas de las cuales se exponen públicamente por primera vez, para mostrar cómo funcionó el sistema financiero durante la dictadura. En ese esquema, aparece una CNV actuando bajo un doble estándar que articula lo legal con lo clandestino. Por un lado, investiga operaciones financieras fuera de los parámetros de aquella legalidad (o blanquea operaciones a través de omisiones de datos, como sucedió en Papel Prensa). Pero, por otro lado, articula sus investigaciones operativamente con áreas como el Primer Cuerpo del Ejército y envía peritos en “comisión” a Campo de Mayo para interrogar a los empresarios secuestrados. Las denuncias muestran a los interventores en centros clandestinos. Esta “embestida sistemática contra las empresas”, de acuerdo con el informe, se dio en un mundo de roles y poderes cruzados, donde se jugaron internas, y en el que, en algunos casos, secuestrados y secuestradores compartieron espacios de poder.

La CNV

La CNV es una entidad autárquica y tiene jurisdicción en todo el país. Se creó en 1968, durante la dictadura de Juan Carlos Onganía, para “velar por la transparencia de los mercados de valores y la formación de precios”. A partir del 24 de marzo de 1976 quedó intervenida. Juan Alfredo Etchebarne fue designado presidente el 10 de junio de 1976, pero hasta ese momento era abogado, amigo y nombrado por el ministro de Economía Martínez de Hoz, ubicado como parte del Grupo Azcuénaga y había sido gerente de Control de Legalidad de la CNV entre 1969 y 1972. Otro directivo activo durante el terrorismo de Estado fue René Garris, del área de Legales. Los dos están denunciados por haber presenciado interrogatorios. El organismo reunió, además, a civiles con militares: las Fuerzas Armadas tuvieron intervención desde el comienzo y a partir de 1979 representación completa de las tres armas. Ese es, para el informe, un “año bisagra”: el período más álgido de denuncias e intervenciones de la CNV entre empresas y empresarios.
Desde 1976, la CNV se concentró especialmente en cuatro casos: Banco de Hurlingham, Siderúrgicas Grassi, La Agrícola y compra venta de acciones de Celulosa y Canale. Todas tenían el doble estándar de ser empresas y financieras y están atravesadas por la sombra del Grupo Graiver, que aparece una y otra vez en las actuaciones de la CNV. El modo en que el organismo operó frente a esas empresas, como revisor de actividades que efectivamente parecían fuera de control, permite entender el sistema de intervención más general y cómo lo legal se combinó con lo clandestino.
En estos casos, la CNV hizo investigaciones y encuadró muchas de las operaciones como infracciones a la Ley de Seguridad Nacional y Subversión Económica. Hizo allanamientos, tomó de declaraciones en su sede, hizo denuncias judiciales y repitió idénticas denuncias en espacios castrenses. La presentación de las denuncias en el Primer Cuerpo del Ejército derivó en el secuestro de empresarios, financistas y agentes de Bolsa relacionados con esas empresas. “Muestra algo interesantísimo, que son los poderes del Estado funcionando a pleno y cruzados”, dice Bruno Napoli, integrante de la oficina de derechos humanos del organismo. “La CNV, como mecanismo estatal, regula el mercado de capitales, interviene en un caso extraño, complejo, ve causas que son reales y existen, había maniobras que no eran claras, una compra sin fondos y venta de una deuda, cita a dar testimonios a todos, le da lugar a la Justicia y al Ejército, que es el Ejecutivo, y finalmente los poderes avanzan sobre todos, cada uno a su manera y de acuerdo a los intereses que tenían”.
Los funcionarios de la CNV alcanzados por denuncias judiciales de ese período son Etchebarne y Rene Garris. Raúl Aguirre Saravia, de La Agrícola, declaró que Etchebarne y Garris lo interrogaron en un centro clandestino cercano a la Ricchieri. Enrique Lucio García Mansilla, del Banco de Hurlingham, declaró que Etchebarne lo interrogó en Campo de Mayo. Rosa Dominga Laurito manifestó que “Etchebarne, que era socio de Martínez de Hoz, estaba intentando destruir Industrias Grassi. El presenciaba las torturas; a Raúl Grassi le tiraron un termo de agua hirviendo en el pantalón, él me contó que en esa oportunidad estaba Etchebarne”.
Además de ellos, las denuncias incluyen a un grupo de cuatro peritos que concurrió en “comisión a Campo de Mayo” a pedido del coronel Roberto Leopoldo Roualdes durante el período en el que fueron secuestrados el grupo de Hurlingham, Siderúrgicas Grassi y La Agrícola. Los peritos son Julio Spinoza, Horacio Muñoz, Carlos Berini y Pedro García.
“El Ejército pide cuatro peritos para que cumplan horarios de oficina en Campo de Mayo y discuten si les van a pagar o no viáticos”, indica Walter Bosisio, también integrante del equipo que elaboró el Informe. “Los peritos no preguntaron por qué tenían que ir; van y colaboran. El Ejército tiene 20 o 30 personas, dueños de empresas, pero no sabe qué preguntar. Allí la CNV entra a colaborar aportando peritos que son contadores y abogados que saben qué tiene cada uno”. Los peritos recibieron más tarde una carta de agradecimiento y felicitación de Roualdes por las tareas cumplidas con “tanto esmero”.

El mapa

Uno de los méritos del informe es la intención de empezar a trazar un mapa más amplio sobre el secuestro del sector empresario. Allí no están solo los casos en los que intervino la CNV, sino todos: los que cotizaban en Bolsa y los que no. Están los grupos secuestrados entre 1976 y hasta 1983. En el primer momento, las víctimas parecen ser más “empresarios” netos, y son los casos más conocidos: Cerro Largo por Chacras de Coria, Papel Prensa, del Grupo Graiver (16 personas) y Mackentor (34 personas secuestradas) en Córdoba. Luego aparecen aquellos que también son financistas. Ese es de hecho el momento “más álgido” de intervención de la CNV. “El secuestro a empresarios y financistas implicó una dinámica represiva en algún punto particular y diferenciada respecto de aquellos que fueron desaparecidos por razones políticas y sociales, entre otras”, indica el Informe. “En un primer lugar, el objetivo de los secuestros era detectar el aspecto económico de la ‘subversión’ en dos sentidos”:
1) Una parte de los secuestros se dirigió a buscar el dinero de organizaciones consideradas “guerrilleras” o “subversivas”.
2) Otra parte buscó operatorias empresariales que supuestamente “atentaran contra la economía argentina”. Esta idea también se lee como “causa” o “excusa” de una dinámica que incluyó “iniciativas privadas”
Para el caso 1 se recuerdan testimonios de algunos empresarios: Marcelo Augusto Chavanne (Grupo ChavanneGrassi) indicó que el interventor de la CNV Juan Alfredo “Etchebarne impulsaba a descubrir los 20 millones de Montoneros”. Luis Taub (Hotel Liberty) dijo: “El secuestro se produce por supuesto manejo de dinero del movimiento uruguayo Tupamaros”. O los hermanos Carlos y Alejandro Iaccarino: “En los interrogatorios nos preguntaban por nuestros vínculos con el ERP”.
Entre los secuestros producidos por “subversión económica” contra el mercado argentino, el Informe piensa, por ejemplo, en Industrias Siderúrgicas Grassi. Un acta del directorio de la CNV indica: “Tratándose de una empresa que reviste importancia estratégica en el campo de las ferroaleaciones –dice el directorio, un eventual quebranto atentaría sobre el orden económico y social no sólo por su importancia económica (...) y fuente de trabajo, sino también por la necesidad estratégica de sus productos (...) Dadas estas condiciones, el hecho denunciado por la CNV califica como de infracción a la Ley de Seguridad 20.840”.
Otra característica de los secuestros que empiezan a verse a partir de 1978 y 1979, según el recorte del Informe, es que en general son hombres muy conocidos de la city, personajes públicos, dueños de bancos y financistas que tienen voz programas de televisión. La city, en ese momento, es un mundo en el que se conocen todos. Y un elemento que parece tener muchos casos es que secuestrados y secuestrados se conocen o por relaciones empresarias o porque comparten espacios sociales o de poder. A modo de ejemplo señalan el caso de Eduardo Saiegh (banco Latinoamericano) o Fernando Combal (Finsur SA).
“Cuando secuestran a Eduardo Saiegh, dos directivos del banco se plantan en Casa de Gobierno y salen a hacer una denuncia en los medios: los que piden por él son el general Jorge Shaw y Bernardo Grinspun. Y esto muestra que entre víctimas y victimarios había muchas veces un espacio común de poder, económico, de relaciones políticas, sociales y familiares. Iban al Lawn Tennis Club”, dice Celeste Perosino, del equipo de investigación de la CNV.
El padre de Enrique Mansilla, uno de los secuestrados por el Banco de Hurlingham, pertenecía a la Marina y al Grupo Azcuénaga, como Etchebarne. Fernando Combal, de Finsur SA, fue secuestrado por una banda de la que participó Leandro Sánchez Reisse, del Batallón 601, con el que Combal tenía empresas y hacía negocios. Finsur SA era una financiera muy conocida, Combal era un prestamista de opinión de los que podía ser invitado al programa de Mirtha Legrand.
Otro elemento del Informe permite pensar por qué caen ellos y por qué a partir de 1978. “La multiplicación de bancos privados de capital nacional, que pasan de 68 a 152 en tres años, y su reflejo en los actores del sistema financiero con banqueros, financistas, agentes de Bolsa, casas de cambio es una modificación brusca en un mercado de capitales chico controlado hasta ese momento por una CNV cuyo instrumento de acción era la vieja ley de Onganía N 17.811”, indica Napoli. “Es dable pensar que cuando la dictadura genocida comienza a cambiar su discurso respecto de sus crímenes y a hablar de ‘fin de la guerra contra la subversión’ o ‘los desaparecidos están muertos’, también comience a apuntar sus cañones de control y rapiña contra un mercado financiero que, para la mirada de quienes ocupaban espacios de decisión, se había descontrolado. Podría plantearse que el aparato represivo, los grupos de tareas, viraron su atención de la ‘subversión’ a la ‘subversión económica’ a partir de 1978, para el secuestro de empresarios y su desapoderamiento de bienes”.
En las conclusiones del Informe se trabaja además con la hipótesis de que una de las razones que influyeron en este tipo de secuestros fue la iniciativa privada. “El hecho de que los militares consideraran que la ‘lucha contra la subversión’ estuviera en gran parte cumplida, dejaba una estructura represiva, tanto represores como dependencias, libres para ser utilizados para otros fines. Esto implica, por ejemplo, la realización de secuestros de ‘iniciativa privada’ por determinadas bandas que se organizaron dentro de la estructura represiva”. Esto también puede seguirse de cerca mirando los nombres de los secuestradores de empresarios. Dos grupos sobresalen por la frecuencia de casos: uno, que operaba en Campo de Mayo, encabezado por el general Leopoldo Roualdes e integrado por Francisco Obdulio D’Alessandri, Raúl Guglielminetti y Víctor Rei (Banco de Hurlinghan). Y otro más operativo a partir de noviembre del ’78, en el que estaban Rubén Bufano, Leonardo Sánchez Reisse y Luis Alberto Martínez (Orletti). Muchos aparecerán años más tarde en secuestros extorsivos durante la democracia.

 

Pagina12

miércoles, 13 de marzo de 2013

Los secretos de Bergoglio y Massera


En el fondo de un amplio ambiente de la catedral metropolitana, debajo de un gran tapiz de la Virgen, el hermético cardenal Jorge Mario Bergoglio se refugia en los silencios. No está rezando ni dando misa: está declarando como testigo en la megacausa Esma.
El declarante se amparó en sus fueros para evitar los estrados de Comodoro Py, por lo que los jueces del Tribunal Oral Federal Número 5 debieron trasladarse este lunes a la Catedral para escuchar durante cuatro horas las evasivas respuestas del máximo referente de la Iglesia argentina.
No se trata de revelar ningún misterio de la fe, sino de explicar ante la justicia terrenal un secreto inconfesable: el invisible rosario que lo unió al tenebroso dueño de la vida y de la muerte en las mazmorras de la Esma: el almirante Emilio Eduardo Massera.
El azar o la casualidad le jugaron una mala pasada al purpurado: a la misma hora que él se perdía en laberínticos balbuceos frente a los magistrados, el descerebrado almirante expiraba en la habitación 602 del Hospital Naval. Un paro cardíaco selló los labios del marino que se llevó a la tumba los inconfesables secretos que Bergoglio se empeña en preservar.
La desmemoria del cardenal seguramente se extiende a un evento ocurrido el 25 de noviembre de 1977 cuando él integraba la plana mayor de la Universidad del Salvador. Ese día, la Usal otorgó al jefe de la Armada, Emilio Eduardo Massera, el título de “doctor honoris causa”, en una ceremonia pública. Los datos de esa distinción al Almirante Cero desaparecieron misteriosamente de los archivos de la Universidad porque allí constan las firmas de quienes lo propusieron y cuáles eran las motivaciones para doctorar a un genocida. Pero, el cardenal hoy no recuerda el decisivo papel que jugó en ese homenaje al mandamás de la Marina.
Esa tarde, Bergoglio escuchó a Massera pronunciar un ampuloso discurso sobre la indiferencia de los jóvenes, el amor promiscuo, las drogas alucinógenas y la “derivación previsible” de esa “escalada sensorial” en “el estremecimiento de la fe terrorista”. Con una sonrisa en los labios, el dueño y señor de la Esma también aseguró que la Universidad era “el instrumento más hábil para iniciar una contraofensiva” de Occidente. Aunque aplaudió fervorosamente, el discreto Bergoglio no subió al estrado. Sí lo hicieron sus fieles discípulos de Guardia de Hierro, la poderosa organización paramilitar en la que Bergoglio militaba desde 1972 y que posteriormente intervino en la apropiación de los bienes de los desaparecidos.
Guardia de Hierro era por aquellos años la mejor escuela de cuadros que tenía la derecha peronista. Su líder, Alejandro el Gallego Álvarez, comandaba a 15 mil militantes formados bajo una férrea disciplina y adoctrinados por la ortodoxia ultramontana. La organización se autodisolvió oficialmente en 1974, pero siguió actuando y –gracias a los buenos oficios de Bergoglio, entre otros–, llegó a tener excelente relación con Massera.
El 31 de julio de 1973, Bergoglio fue elegido provincial, que es el punto máximo del escalafón de la Compañía de Jesús, una orden caracterizada por la obediencia y disciplina cuasi militar.
Un informe de inteligencia de la Side especializado en el seguimiento de los temas y los actores eclesiásticos de la época –que se conserva en un archivo de la Cancillería– sostiene que Bergoglio se proponía limpiar la Compañía de “jesuitas zurdos”.
Una de sus primeras decisiones como Provincial fue entregar la Universidad del Salvador a una asociación civil formada por laicos que militaban en Guardia de Hierro junto con él. Hacia fines de 1974, el ahora cardenal entregó la Usal a dos dirigentes de Guardia de Hierro: Francisco Cacho Piñón, que fue nombrado rector, y Walter Romero, jefe del Estado Mayor de la poderosa agrupación política, como operador oculto en la Universidad.
En ese sentido, el nombramiento de Massera como doctor “honoris causa” de la Usal se produjo casi exactamente un mes después de que los sacerdotes Orlando Yorio y Francisco Jalics fueron encontrados drogados y semidesnudos en un campo de Cañuelas. Los dos curas que desempeñaban su labor pastoral en una villa del Bajo Flores, habían permanecido casi seis meses secuestrados en la Esma.
Durante el juicio a las Juntas realizado en julio de 1985, el sacerdote Orlando Yorio –que estuvo cautivo en la Esma entre mayo y octubre de 1976– declaró: “Bergoglio nunca nos avisó del peligro que corríamos. Estoy seguro de que él mismo les suministró el listado con nuestros nombres a los marinos”.
El religioso –que falleció en agosto de 2000– repitió en más de una oportunidad: “No tengo indicios para pensar que Bergoglio nos liberó, al contrario. A mis hermanos les avisó que yo había sido fusilado, no sé si lo dijo como cosa posible o segura, para que fueran preparando a mi madre. Cuando quedé en libertad, Bergoglio me confesó que dos veces lo visitó un oficial de la policía para avisarle sobre nuestro fusilamiento. Fuera del país, en el New York Times se publicó la noticia de nuestra muerte, la Cruz Roja internacional tenía esa información”, narró Yorio. A su juicio, Bergoglio “tenía comunicación con el almirante Massera, le habrían informado que yo era el jefe de los guerrilleros y por eso se lavó las manos y tuvo esa actitud doble. No esperaba que no pudieran encontrar nada para acusarme ni que saliera vivo”.
El padre Yorio sostenía que Bergoglio estuvo presente en la casa operativa de la Armada en la que pasaron varios meses luego de salir de la Esma. “Una vez nos dijeron que teníamos una visita importante. Vino un grupo de gente a la que no pudimos ver porque estábamos con los ojos vendados, pero Francisco Jalics sintió que uno era Bergoglio”, afirmó el sacerdote.
El padre Yorio no sólo se basó en las percepciones sensoriales de su compañero de cautiverio. El propio Bergoglio reconoció ante otros familiares haber visto a Yorio y Jalics durante su secuestro y dio detalles que resultaron ser correctos.
En su libro Iglesia y dictadura, editado en 1986, cuando Bergoglio no era conocido fuera del mundo eclesiástico, Emilio Mignone lo mencionó como ejemplo de “la siniestra complicidad” eclesiástica con los militares, que “se encargaron de cumplir la tarea sucia de limpiar el patio interior de la Iglesia, con la aquiescencia de los prelados”. Según el fundador del Centro de Estudios Legales y Sociales, “en algunas ocasiones la luz verde fue dada por los mismos obispos”.
Fuentes de Guardia de Hierro, la organización que más tarde se convirtió en el brazo político del masserismo, sostienen que Bergoglio intercedió ante Massera por los dos sacerdotes y que la distinción académica de la Universidad de El Salvador fue una contraprestación de Bergoglio al marino.
Sin embargo, los testimonios de Yorio y Jalics desmienten esta teoría. Siempre aseguraron haber sido liberados gracias a una gestión del militante cristiano por los derechos humanos y ex presidente del Cels, Emilio Mignone, vía el cardenal Eduardo Pironio.
El padre Yorio le tenía tanto miedo a Bergoglio que en 1992, cuando Antonio Quarracino lo nombró obispo auxiliar, Yorio se mudó al Uruguay, donde residió hasta su muerte.
El controvertido y vidrioso papel que jugó Bergoglio en el secuestro de los dos sacerdotes le trajo consecuencias para su carrera.
El año 1979 marcó otro capítulo misterioso en la vida de Bergoglio. Mientras la historia oficial asegura que en ese entonces el ahora cardenal estaba terminando su tesis en Alemania, otras fuentes sugieren que estuvo enclaustrado como castigo en un convento jesuita en algún país europeo.
A mediados de 1988 lo confinaron a una parroquia de la provincia de Córdoba, donde sólo daba misa y confesaba.
Otro de los puntos oscuros en torno a la vida de Bergoglio es que nunca quiso presentarse ante la Justicia. Cuando se realizó el juicio a las Juntas, Yorio pidió que compareciera y fue citado pero rehusó presentarse, argumentando que estaba enfermo en Córdoba. Esa actitud de Bergoglio explica las razones personales por las que ha volcado todo el peso de la Iglesia en contra de la revisión judicial de los crímenes cometidos durante la dictadura militar.
Pero aquel confinamiento al silencio serrano fue interrumpido abruptamente en 1992 por la providencial llamada de Quarracino que lo nombró obispo coadjutor y su heredero cardenalicio.
“Líbreme el Señor de alzar la mano contra el ungido del Señor”, era y es la frase de cabecera de este maquiavélico pastor de la Iglesia que traicionó a sus hermanos y los entregó a la desaparición y la tortura por la Junta Militar en aras de una insaciable ambición de poder.
Publicado en Miradas al Sur:
http://sur.infonews.com/notas/los-secretos-de-bergoglio-y-massera

miércoles, 6 de marzo de 2013

Dolor... hasta siempre compañero Hugo Chavez !!!



Hoy el pueblo peronista esta de luto.... jamas te olvidaremos compañero!! hasta la victoria siempre!!!

domingo, 3 de marzo de 2013

Hasta siempre compañero !!! viva peron !!!

Un luchador de toda la vida


Alfredo Ferraresi nació, en plena década infame, en un conventillo de La Boca. En una misma casa vivían unas cuarenta familias, así que allí entendió lo que era el hacinamiento, pero también la solidaridad. Su padre era empleado municipal y su madre maquilladora en la industria del cine, por lo que a él –que la acompañaba a las filmaciones– le tocó hacer de extra en algunas películas de Niní Marshall o de Hugo del Carril. “Los viejos laburaban para poner la mesa y como medida preventiva guardaban cinco pesos en la barra de bronce de la cama, para el médico”, recuerda. En ese barrio de barcos, astilleros y frigoríficos estaba enraizada la cultura del trabajo pero sin ningún derecho laboral, según recuerda Ferraresi, actual secretario general dela Asociación de Empleados de Farmacia, entidad clave del sindicalismo combativo. Integrante dela Resistencia Peronista y dela CGT de los Argentinos, militó toda su vida gremial y políticamente junto a Jorge Di Pascuale, desaparecido por la última dictadura militar.
-¿Qué significó para usted el año 1945?
-Para mí fueron muchas cosas mezcladas. Mi papá murió en 1945. Me acuerdo de que el 17 de Octubre –él ya estaba en cama, muy mal– cuando yo salía para la escuela industrial, me dijo: “No, andá al puente que hay un montón de gente en la calle”. La imagen fue impactante, la cantidad de personas, los que venían del otro lado del Riachuelo, que cruzaban en bote… Y esa voz mágica, que quién sabe de dónde salía: “Todos ala Plazade Mayo”. Cuando volví le conté todo a mi viejo. Además, escuchamos que habían liberado a Perón por Radio del Estado; no había muchos aparatos, pero los que había se ponían en el patio del conventillo y escuchábamos. Ese día festejamos todos. Yo creo que mi papá intuía lo que se venía, pero no llegó a verlo. Cuando murió tuve que dejar de estudiar y los chicos que le ponían las inyecciones me llevaron a trabajar a la farmacia del barrio, que era la mejor deLa Bocay de Barracas. Entré en enero del 46 y en febrero fueron las elecciones en las que ganó Perón, así que todo estuvo como signado. El dueño, que era socialista, les dijo a los muchachos: “Mañana me lo llevan a Alfredo al sindicato, lo afilian y lo anotan en los cursos de laboratorio”. Yo tenía 13 años.
-¿Cómo se trabajaba por entonces en las farmacias?
-Todo se hacía a mano, las pastillas, los jarabes. La farmacia era una especie de laboratorio, había uno que otro medicamento envasado, pero no mucho más. Además, la gente antes de ir al médico, consultaba en la farmacia. Y, si no, venían y nos preguntaban: “¿Está bien lo que me dio el médico? Yo había aprendido a dar inyecciones y por ahí me venían a buscar a la noche porque tenían a la nena enferma, te consultaban todo. Claro que si había algo muy grave, los mandábamos urgente al médico. Y resultó que al lado de nuestra farmacia vivía el radiotelegrafista de la Presidencia, así que un día se acercó y preguntó si no queríamos hacer un acuerdo para llevar los medicamentos a la Casade Gobierno. Le dijimos que sí; el dueño de la farmacia era socialista pero recibió de buena gana al peronismo porque concretaba lo que él había soñado durante años, de manera que empecé a tomar el tranvía en la esquina, el 28, y me iba a la Casade Gobierno, en donde entraba como perico por su casa al 4º piso, y ahí los veía a Perón y a Evita, pero todavía no sabía lo que ellos iban a significar. Cuando en el barrio se enteraron de que iba a la Presidencia, empezaron a darme papelitos que me metía en el bolsillo del guardapolvo y no me animaba a dárselos. Hasta que un día le dije a Evita: “Mire, del barrio me mandan unos papelitos para usted”. Le pedían una máquina de coser, una de tejer, algún laburo, una heladera… Les contestó a todos.
-¿Cómo era el sindicato cuando lo afiliaron?
-Este sindicato tiene cien años, empezó con los anarquistas y los socialistas. Inmigrantes que llegaron de Europa con una gran consciencia gremial y organizativa. Este sindicato participó mucho en la Guerra CivilEspañola: se donó una ambulancia, las farmacias entregaron medicamentos, se hicieron colectas de dinero y hasta fueron designados dos compañeros –Roberto Fierro y Jesús Castilla– para integrar las Brigadas Internacionales en Cataluña. Cuando llegó el peronismo, el secretario general del gremio, que era comunista, nos dijo: “Muchachos, yo no soy peronista y ustedes sí, de modo que yo renuncio al cargo”, pero siguió laburando en la base. Cuando nosotros creamos la lista Blanca, Agrupación 22 de diciembre, que hoy dirige el gremio, los hermanos Antonio y Luis Vidal, anarquistas fundadores del sindicato, nos alentaron y nos apoyaron, eran unos viejos entusiastas. En 1946, nosotros conseguimos uno de los primeros convenios colectivos de trabajo y en el 52, el secretario general de la CGT, Eduardo Vuletich, era de nuestro gremio.
-¿Cuándo se sumó usted a la militancia gremial?
-La militancia fuerte viene después del bombardeo del 55. Lo primero fue la muerte de Evita, que nos destrozó a todos y luego el bombardeo, que nos indignó; recién entonces nos dimos cuenta de lo que valía el peronismo. El día de las bombas, yo estaba con un primo que tenía un puesto de frutas, al que acompañaba a comprar mercadería. Íbamos camino a Retiro y empezamos a ver los cuerpos caídos, fue tan salvaje. Ahí tomamos consciencia. Y con el Golpe vino la intervención de los sindicatos, primero a través de comandos civiles y luego con interventores militares, y las detenciones de compañeros
-¿Cómo era la convivencia cotidiana en un sindicato intervenido?
-Durante las diferentes intervenciones, nosotros dejamos de venir al sindicato; alquilamos unas oficinas y le decíamos a la gente que no fueran al sindicato sino a las oficinas. Es la única manera de seguir. El interventor se queda en una sede a la que no va nadie; una metodología de funcionamiento semiclandestino.
-¿Cómo organizaron la resistencia?
-A partir del bombardeo empieza la resistencia, de manera incipiente. Lo que se hace en esa época es tratar de trabajar con los militares que estaban de nuestro lado, con el General Valle, en un golpe que creíamos que íbamos a ganar. Lo que pasa es que en el 56la Libertadorafusila a Valle. Tratábamos de utilizar radios clandestinas, tomar ciertos cuarteles aliados, movilizar a la gente, y también meter algún “caño” (NdR: bomba casera). La idea en ese momento era luchar por el poder a través de dos vías: la lucha armada y el retorno de Perón. En la resistencia lo que hacíamos era meter “caños” contra los servicios públicos, los trenes, no matar gente pero sí destruir objetivos, organizar huelgas, pedidos de aplicación de los convenios anulados por los milicos, reclamar por aumentos de sueldos y contra la desocupación. El que venía acá a enseñarles a los muchachos cómo había que armar los artefactos era Julio Troxler, que se había salvado de los fusilamientos de José León Suárez, en el 56, y al que después asesinóla Triple A.
-¿Cómo pensaban la violencia en esos años?
-En ese contexto histórico para nosotros la violencia en manos del pueblo no era violencia sino justicia, ese era nuestro parecer en aquel entonces.
-¿Cómo atravesaban las muertes de los compañeros?
-Como una parte de la lucha. Siempre decíamos: “Más que matarnos no nos van a hacer”. Y no nos pueden matar a todos juntos, siempre salen compañeros nuevos. Como decía Evita: “Volveré y seré millones”.
-¿Le discutían a Perón?
-Nos acusaban de hacer todo lo que Perón nos decía pero no es verdad, nosotros le discutíamos todo. En el 56, cuando Aramburu y Rojas llaman a elecciones en los gremios, antes de que Arturo Frondizi fuera presidente, Perón nos mandó a decir que no convenían esas elecciones y nosotros nos presentamos igual y ganamos todos los gremios, así que Perón tuvo que reconocer que se había equivocado. Jorge Di Pascuale y Sebastián Borro fueron delegados de Perón –se entrevistaron con el Che, por ejemplo– y discutían mucho con Perón. Cuando le planteábamos: “General, estos están traicionando ala Patria”, él respondía: “Pero muchachos, si no hay traidores cómo sabemos quiénes son los leales”.
-¿Por qué en esa época decían: “El que no pasa por Farmacia no se bautiza”?
-Porque todo el mundo pasó por acá, toda la juventud… Era un gremio de concentración, operativo.
-¿Cómo conformaron la CGT de los Argentinos?
-El 30 de marzo de 1968 se organizó el Congreso dela CGT. Estábamosdivididos: por un lado Augusto Vandor y su séquito, que negociaba con el enemigo –con varios dirigentes, por ejemplo, va a la jura de Juan Carlos Onganía– y promovía el peronismo sin Perón; por el otro, nosotros que hablábamos de la patria socialista, la patria peronista. Había que elegir nuevas autoridades y cada uno tenía su lista. Nosotros les ganamos por 38 votos y ellos impugnaron el resultado con el argumento de que en nuestra lista votaban los ferroviarios, que era un gremio que estaba intervenido. De manera que no solo los intervenía la dictadura sino también ellos, que se suponía eran parte de los trabajadores. Ellos tomaron el edificio de Azopardo y nosotros nos fuimos a la sede de los Gráficos. Teníamos muchas diferencias.
-¿Qué momentos recuerda más fuertemente de esa experiencia?
-La CGTde los Argentinos condensó todo un ideario con un concepto ni sectario ni excluyente. El 1º de mayo del 68 se hicieron actos en todo el país. Nosotros fuimos a San Justo, nos cagaron a palos pero igual logramos llegar a la plaza y se lanzó el programa de lucha. Hacíamos reuniones públicas; recorríamos el país, abríamos regionales que estaban cerradas con candado desde hacía mucho tiempo: donde íbamos era una eclosión. A la CGTde los Argentinos se acercaron Ricardo Carpani y Rodolfo Walsh a ofrecerse para lo que necesitáramos y no lo hacían ni como pintor ni como escritor, sino como militantes. Y era impresionante con el respeto con que venían. Walsh traía sus artículos para publicar en el Semanario, nos mostraba las notas y nos preguntaba si estaban bien. Le decíamos: “Rodolfo, cómo te vamos a corregir nosotros a vos”. Carpani, por ejemplo, se encargaba de repartir el Semanario, buscaba los ejemplares en la imprenta, cargaba y repartía él mismo las láminas que nos hacía.
-¿Fueron muy perseguidos?
-Y… sabíamos que podíamos caer en cualquier esquina, así que por ahí anunciábamos un acto en el Once y lo hacíamos en Pompeya. Enla CGTde los Argentinos teníamos dos conducciones, la titular y una B, porque cada vez que nos llevaban en cana, suplantábamos los cargos para no dejar la conducción sola. Nos llevaban veinte días, un mes; si era una semana ni lo contábamos. En el momento en que mataron a Vandor nosotros estábamos reunidos porque preparábamos un paro para el día siguiente, así que los milicos nos vinieron a buscar, nos levantaron a todos en camiones e intervinieron los sindicatos. A la cárcel de Devoto llegamos 180 y nos pusieron a todos en un pabellón grande, Yo estuve tres meses ahí.
-¿Cómo pasó esos meses?
-Bárbaro (risas). Nosotros ya sabíamos que en cana teníamos que organizarnos: elegir un intendente que es el iba a hablar con el director de la cárcel y lo nombramos a Sebastián Borro; un tesorero, que era Di Pascuale; y en el economato, que era por donde se controlaba la comida, la distribución de la mercadería, estaba yo. Controlando esas cuestiones, estábamos bien. Pedimos que nos trajeran la comida cruda y nosotros la preparábamos, que nos dejaran el patio para jugar al fútbol y que nos consiguieran un televisor. En la cárcel vimos la transmisión del alunizaje. Hasta tuvimos que organizar asambleas para que algunos compañeros se bañaran. Desde adentro, seguimos haciendo el Semanario de la CGT de los Argentinos que salió clandestino durante un año y medio.
-¿Todos lo pasaron bárbaro?
-No, algunos la pasaron mal. Había muchachos que estaban planeando la libertad desde el primer día. “¿No hay novedades para mí?”, le preguntaban a la guardia todos los días. ¿Sabés lo que es pasar así tres o cuatro meses? Jorge repetía siempre: “Pidamos por todos, la libertad no se negocia” y había un compañero que decía: “A mí que me negocien, yo me quiero ir”.
-¿Festejaron la asunción de Héctor Cámpora en 1973?
-Acá en el sindicato se definió la liberación de los presos. La consigna era: “Ni un día de gobierno peronista con presos políticos”, pero lo que nos decían es que no había métodos para largarlos, que no había jurisprudencia. “Si no hay elementos jurídicos, tenemos que crearlos”, argumentábamos nosotros. Finalmente decidimos quién iba a agarrar el micrófono enla Plazade Mayo cuando asumiera Cámpora para dar la voz de aura: “Todos a la cárcel” y así fue. Había métodos para hacerlos salir.
-¿Cómo entendieron la aparición de Isabelita, de López Rega, de la Triple A, dentro del peronismo?
-Es que para nosotros no eran peronistas, eran traidores: transaban, marcaban gente. Cuando el Juicio ala Junta Militar, Jorge Triaca, Ramón Baldassini negaron que hubiera habido desaparecidos. Nosotros estábamos contra la derecha del peronismo y por eso nos mataron a todos los que pudieron; estábamos enfrentados a muerte.
-¿Cómo pasaron cotidianamente la dictadura, a partir de 1976?
-Y… mal. Saltando de un lugar a otro. Sabíamos que en cualquier esquina nos esperaban, pero cuando pensamos si quedarnos o exiliarnos, decidimos quedarnos a pelear acá. Y resistimos todo lo que pudimos. El día del golpe estábamos reunidos en el sindicato y a las 12 de la noche nos llaman para avisarnos que habían matado a Bernardo Alberte: fue el primer peronista desaparecido, lo tiraron por el hueco de la escalera de su casa. Y a partir de ahí, era todos los días enterarnos de otro compañero secuestrado, desaparecido. Íbamos a buscarlos a Ezeiza, al camino de Cintura, a un cura o un obispo, a alguna embajada. De algunos ni sabíamos los nombres porque solo usaban seudónimos. Y también había grupos que buscaban a los milicos para amasijarlos y algunos se pudieron bajar. Siempre decíamos lo mismo: “Más que matarnos no nos pueden hacer”. Ahí fue cuando, al saludarnos, empezamos a darnos un beso entre los hombres (hasta entonces nos dábamos siempre la mano), porque no sabíamos si al día siguiente nos íbamos a volver a ver, así que era como una forma de despedirnos.
-¿Tenían miedo?
-Sí, teníamos miedo. Pero sentíamos que era más la vergüenza que el miedo, por eso el 27 de abril de 1979 largamos un paro nacional. Sentíamos que teníamos que hacer algo. Teníamos miedo pero la vergüenza era mayor.
-¿Le pesa el recuerdo de los muertos?
-Los tengo todos los días al lado, son los que me impulsan y ese es el compromiso que tengo de por vida.
Judith Gociol

El recuerdo de Di Pascuale
-Acá estamos, en su segunda casa –comenta el periodista, parado frente a la sede dela Asociaciónde Empleados de Farmacia.
-No sé si la segunda o la primera, creo que su primera casa –responde Fernando Di Pascuale en referencia a su padre, Jorge Di Pascuale: empleado de Farmacia, secretario general del gremio, delegado de Perón, fundador dela CGTde los Argentinos y desaparecido por la última dictadura militar el día que cumplió 46 años.
  Fernando –cuenta en el documental Pidan por todos, dirigido por Juan Capecci– disfrutó de ese padre militante durante 19 años y lo buscó los siguientes 33. Hasta que el equipo de Antropología Forense encontró sus restos en una fosa común en el Cementerio de Avellaneda.
  Preso en varias oportunidades –durante la dictadura de Juan Carlos Onganía lo llevaron esposado al hospital, para conocer a su hijo recién nacido–, luego de las amenazas dela Triple Alos compañeros de Di Pascuale lo convencieron para que se exiliara en Venezuela. “Esto no es para mí”, dijo y a los tres meses se volvió a luchar en el país. El 28 de diciembre del 76, año en que fue secuestrado y trasladado al centro clandestino de detención y exterminio El Vesubio/Protobanco, donde varios sobrevivientes lo recuerdan dando ánimo a los otros prisioneros para resistir las torturas.
  El 28 de diciembre de 2009 su cuerpo fue velado en la sede del Sindicato de Farmacia: en su propia casa, porque de otro modo no podía ser.

fuente

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"Y tu amor es una vieja medalla" de Luis Alberto Spinetta.

Las luces del alma
sin muros y sin sed
habran de encontrarce al final
otra vez ...
el oro y la muerte
cambiaron tu querer
trocaron tu risa por temor
amaste y dormiste y el sol se alejo
y tu amor es una vieja medalla
y tu amor luna en la nada
y tu amor es una vieja medalla
y tu amor
pues yo lo encontrare...

Luis Alberto Spinetta.

Libros ,musica, films preferidos...

  • "Wes Montgomery"
  • "Deke Ellington"
  • "Pescado Ravioso"
  • " Manal "
  • " El beso de la mujer araña"
  • " El vientre del arquitecto"
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  • "Santa Evita" de Eloy Martinez.
  • "Recuerdo de la muerte" de Miguel Bonasso.